LA ÚLTIMA DANZA
Uno, dos, tres, uno, dos, tres. Aquella guerrera bailaba las más peligrosas danzas con una elegancia que solamente ella podía ejecutar. Uno, dos, tres… cabezas, cuerpos, miembros seccionados. No había quien pudiera ganarle cuando ella comenzaba a mover sus caderas, su espada. Misión, tras misión. Mejor mercenaria, imposible. Y ella bien sabía su precio, el más alto, imposible. Los hombres la deseaban, las mujeres la despreciaban. Y ella sólo bailaba. Y ella sólo convertía cada carnecería en una danza… a veces ballet, a veces tango, pero siempre disfrutando. La reina de los desiertos, la reina de las selvas, señora y soberana de los más atroces delincuentes. Todos mercenarios. De baja estatura para entrar en los territorios más exigentes, delgada, piel morena, ojos verdes y labios sensuales. Un, dos, tres… se preparó para la siguiente misión, una más. Cliente anónimo. Nada de qué preocuparse, sólo había que divertirse. Tomó su espada, montó su caballo negro azabache y cabalgó a to
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